2º Congreso de Empresas Familiares desentraña el papel de la confianza como activo clave hacia la sostenibilidad y la profesionalización

El 2º Congreso de Empresas Familiares, organizado por el IESA, se consolidó como un foro estratégico para líderes y directivos. La coordinación del congreso estuvo a cargo de Patricia Monteferrante, del Centro de Innovación y Emprendimiento quien lideró el evento y tres ponencias clave: una introductoria, la sesión sobre protocolos junto a las profesoras Susana Chu y Olga Bravo, y el panel con los jóvenes de la organización El Tunal.

El foro, convocado bajo la premisa fundamental de desentrañar el papel de la confianza como activo clave, dedicó su bloque inicial a establecer un marco teórico sólido. Las ponencias inaugurales se enfocaron en definir qué es la confianza, cuáles son sus componentes esenciales y, crucialmente, cómo se puede construir, proteger e institucionalizar a través de la comunicación efectiva y las estructuras formales, como lo son los protocolos familiares.

Luego Urbi Garay, Director de investigaciones del IESA, destacó con un dato importante: las empresas familiares constituyen entre el 80% y el 90% del total de empresas a nivel global y en Venezuela, lo que subraya su impacto macroeconómico y social.

Ponencia inaugural: La confianza como activo clave para la supervivencia

La ponencia inaugural, a cargo de Ana Cristina González León, sentó las bases conceptuales del congreso, definiendo la confianza como un acto articulado en tres componentes interdependientes: vulnerabilidad (asumir un riesgo), voluntariedad (hacerlo por elección) y expectativa (esperar un resultado favorable). Argumentó que, para que la confianza florezca, debe ser nutrida a través de tres dimensiones clave, que sirvieron como lente de análisis durante todo el evento:

  • Habilidad: La confianza en la competencia. ¿Saben hacer su trabajo?
  • Benevolencia: La confianza en la intención. ¿Buscan el bien común por encima del interés propio?
  • Integridad: La confianza en la coherencia. ¿Sus acciones se alinean con sus palabras?

Un diagnóstico elocuente de la ponencia fue la encuesta interactiva, donde se preguntó a los asistentes cuál era el «elefante en la sala» más evitado en sus organizaciones. El 51% identificó el «desempeño de los miembros de la familia» como el tema más difícil de abordar. Este resultado subraya la tensión inherente al componente de habilidad, donde los lazos afectivos a menudo obstaculizan conversaciones cruciais sobre la competencia y la meritocracia.

González concluyó con una poderosa analogía que resonó a lo largo de todo el congreso, encapsulando la interdependencia entre el afecto y la formalidad: «La confianza es la base y la estructura es la armadura. Sin estructura la confianza se desgasta. Sin confianza la estructura es hueca.»

Esta idea sobre la necesidad de una «armadura» sirvió como puente perfecto hacia la siguiente sesión, enfocada en la principal herramienta estructural para proteger la confianza: el protocolo familiar.

Comunicación y protocolos: claves para construir la confianza

La ponencia liderada por Susana Chu, Olga Bravo y Patricia Monteferrante profundizó en las dinámicas internas que erosionan la confianza. Una encuesta inicial reveló la prevalencia de disfunciones comunicacionales, como las «rutinas defensivas del callar» —el hábito de evitar conversaciones difíciles para mantener una falsa armonía— y los estilos de liderazgo autoritarios, donde las decisiones se imponen en lugar de consensuarse.

La nota completa disponible en el Blog IESA a día

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